El recorrido al que nos invitan las autoras muestra caminos diversos para estudiar tanto la cuestión literaria como la perspectiva feminista. El lugar de las mujeres a lo largo de la historia muestra que el problema incide en la educación infantil con total impunidad al asumir uno de los mandatos originales: enseñar el orden social de manera amena y sin que se note. Así el jardín enseñó a ser varón y ser mujer, pero sobre todo mostró los modos posibles para hablar de la niñez sin contaminarla de política. Los discursos que aquí se retoman muestran las tensiones entre las miradas románticas y definiciones pendientes. Entre el hacer concreto y los discursos para no decir en los que la metáfora ahoga los derechos para volverse funcional a esta estructura neoliberal que ordena nuestras vidas que algunxs resisitimos y otrxs necesitan para ser. Las brujas andinas y sirenas nos sumergen en relatos que muestran otro orden posible. Un trabajo creativo y riguroso capaz de transportarnos a la polis griega o a una sala de Deodoro. ¿Seremos capaces de romper esta trama y construir la propia?¿Acaso no leímos una y otra vez sobre las enseñanzas literarias? ¿Solo se trata de aprehnderlas?